No dejó de ser curioso observar la actitud de Washington y de sus estrategas durante los días que precedieron a la fundación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe
No dejó de ser curioso observar la actitud de Washington y de sus estrategas durante los días que precedieron a la fundación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, y, sobre todo, la versión de algunos de que se trataba de una OEA "sin Estados Unidos y sin Canadá".
No pareció preocuparlos en exceso, y para algunos cínicos el paso dado por los protagonistas latinos (los caribeños son muy discretos) llegaba a complacerlos e, incluso, a imaginarse el verdadero fin de la OEA. Se preguntan algunos de ellos que si los del sur y del centro de América Latina andan en procura de una organización sin Estados Unidos y sin Canadá, ¿por qué se mantienen en la OEA, por qué no se retiran y san-se-acabó? Una declaración del Presidente de Venezuela echando rayos y centellas contra la "vieja OEA que deberá desaparecer" les dio cierto alivio a los "pundits" del Potomac. De inmediato calcularon lo que Estados Unidos se ahorraría si la OEA de verdad se acaba.
Esto es lo que quieren muchos en el imperio, que la OEA se acabe; lo quieren tanto el Tea Party como los sectores más radicales del conservatismo estadounidense, la derecha rancia y trasnochada. Como siempre, y esto no falla, se dan la mano los extremos: Chávez, Evo y Ortega con Sarah Palin.
Hay grandes contradicciones en esta versión de una OEA sin el imperio. Conviene leer la realidad. Nunca habían sido mejor, más dinámicas, más profundas y de mayor proyección en el futuro las relaciones de Brasil con Estados Unidos como ahora. Los grandes yacimientos petroleros de Brasil los explorarán corporaciones de Estados Unidos en combinación con Petrobras. La industria aeronáutica brasileña tiene vínculos muy sólidos con Estados Unidos. No tienen tratado de libre comercio porque les estorba.
No es exactamente el caso de Argentina, pero los gauchos también miran al Norte cada vez que amanece. Chile, Panamá y Colombia tienen su TLC. Igual México. Igual América Central. Si conociéramos la verdad de Cuba y Estados Unidos nos enteraríamos de una bella historia de amor y de odio. Nada que decir de las repúblicas del Caribe británico, de Barbados, Trinidad-Tobago, Jamaica.
Nadie con buen sentido de la realidad y de la política se plantea seriamente que la OEA desaparezca. Los que lo proclaman sin darse cuenta de lo que hacen, como el Presidente de Venezuela, ignoran que la razón de haberse creado estas organizaciones se basa justamente en la necesidad de meterlas en cintura. Esto es demasiado sutil como para que lo entiendan mentes simples.
Entre la simplicidad y la simpleza media una larga distancia que no debe olvidarse al usar estas palabras.
¿Imagina usted las relaciones entre Estados Unidos y América Latina y el Caribe sin la OEA? No sería el fin del mundo, pero el supuesto fin de esa instancia y de sus organismos especializados se notaría de inmediato. Ojalá que el Tea Party y Chávez & Co. no logren lo que se proponen.
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