‘Libi-únez’

01/Febrero/2012         Por: Miguel Ángel Bastenier, Madrid.- El “primero de la clase” —Túnez— como lo calificó en estas páginas Lluís Bassets, y no necesariamente el último —Libia—, pero sí uno de los casos más enrevesados, acaban de dar un gran paso hacia el futuro. En Túnez se votó el domingo con disciplina ejemplar a la Constituyente que ha de decidir qué quiere ser el país, gobernación islamista incluida; en Libia, la victoria de los sublevados pone fin a un prólogo político, aunque la ejecución sumaria del coronel Gadafi no sea buen augurio.

 No puede haber, sin embargo, casos más dispares que el Túnez de la revolución de los jazmines, que está al principio del fin, y la Libia de la refriega civil bajo las alas de la OTAN, al fin del principio.

Túnez ha ido forjando una identidad nacional desde el beylicato que gobernó el país bajo el Imperio Otomano hasta la ocupación francesa a fin del siglo XIX; es una nación moderna de alta cohesión social y una clase media educada, a la que Habib Burguiba, el menos islámico de todos los padres árabes de la patria, hizo tan laica como fuera verosímil en los años cincuenta. Así, prohibió la poligamia y en su mausoleo se lee: “Libertador de la mujer”. 

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